Varias horas después, recibí un llamado del autor para felicitarme por mi primer libro: le parecía de un profesionalismo ejemplar. Esbocé una semi sonrisa confusa, invisible a través del teléfono, sin entender nada. Quizá porque todavía tenia sueño.
Esa noche me acosté más temprano y me desperté más tarde a la mañana siguiente, decidido a no repetir la experiencia de escribir dormido. Trabajé a conciencia en el segundo libro, lo dejé reposar, lo releí, corregí y mandé. Satisfecho, me dediqué a un dolce far niente que fue interrumpido por una llamada del autor, notablemente molesto por lo que consideraba un brusco descenso en la calidad del capítulo dos, con respecto al capítulo uno. Me acusó de delitos tan graves como escribir "siglo XXII" en vez de "siglo XXI", de confundir en una frase un periplo pluscuamperfecto con un patronímico subjuntivo o algo así, y me dijo que mejor cortar en ese momento una relación laboral que derrapaba tan evidentemente hacia el desastre.
Colgué en estado de shock. Sin embargo, más que preocuparme por mi situación económica, me pregunté cómo podía ser que hubiera escrito un mejor libro dormido que despierto. ¿Es posible algo así? ¿Me convenía tomarlo como norma? ¿Tenía que consultar con un médico especialista en sueño? ¿Quizá ponerme la zunga con la que había soñado?
¿O la solución a tamaño interrogante consistía en preocuparme por la salud mental posiblemente desequilibrada del autor, y comunicarme con alguna autoridad pertinente (Argentores, el 911, o el Instituto del Quemado)? Hummm.
¡Qué casos y qué cosas tiene este deporte, amigos!
3 comentarios:
Esto es como el tenis. Cuando hay buena onda con el autor, el peloteo se hace eterno y hasta el público te lo agradece. Pero cuando no, son todos ACES! Y el ego del guionista se mancha de rojo (rojo polvo de ladrillo).
Fruto de las tantas presiones que tiene el deporte, Ivan Lendl (gran tenista de hace ya unos cuantos años) se sacaba las pelitos de las cejas a cada rato (creo que no pasaba más de un minuto entre depilación y depilación). Tal vez, más de un guionista lleve cejas postizas...
Besos!
Yo diría que más que ACES, son todas doble faltas cobradas como buenas a falta de un ampayer!
Por suerte mis antepasados españoles me han legado unas cejas frondosas... sino estaría lampiño!
Beso Clarisa!
Bueno Marce, muchas de las mejores cosas q he escrito, y que con los años vuelvo a leer y me siguen gustando, las escribi totalmente bebido. Umm... No cuenta como "dormido", no? jeje Abrazo. Y espero un post sobre la Creatividad y el Alcohol (u otras "hierbas")
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