Pero me voy por las ramas. El juzgado del cual hablo está formado por nuestros pares: los televidentes. Solemos quererlos u odiarlos, según como nos afectan con su vox populi, el rating. Pero leyendo un estracto de un libro del guionista/director David Mamet, me di cuenta de otra forma de mirarlos.
Cito:
El drama filmado (como cualquier drama) es una progresión de escenas. Cada escena debe terminar de forma tal que el héroe vea frustrada la búsqueda de su meta- de manera tal que deba entrar en la escena siguiente enfocado en conseguir lo que quiere.Si el héroe es forzado, la audiencia, mirando su progreso, se pregunta con él cómo se desenvolverá en la próxima escena. Para escribir una escena exitosa, uno debe aplicar rigurosamente y contestar rigurosamente estas tres preguntas:1. ¿Quién quiere qué de quién?2. ¿Qué pasa si no lo consigue?3. ¿Por qué lo busca ahora?Como escritor, tu yetzer ha’ra (inclinación maligna), hará lo posible con su vasto poder para disuadirte de responder estas preguntas en tu trabajo...Estas mágicas preguntas y su valor no son conocidas por cualquier lector de guiones, ejecutivo o productor. Son conocidas y usadas por algunos pocos escritores. Ellas son, de cualquier manera, parte de la comprensión inconciente y perpetua de ese grupo que juzgará tu trabajo y decidirá si se mantiene o se viene abajo: la audiencia.
Esta observación me pareció muy interesante para aplicar al mundo de la telenovela, en el que trabajé muchos años. Creo yo que la escritura de guiones de telenovela tiene dos ejes fundamentales: el uso de ciertas fórmulas que defininen la pertenencia al género (aun más rígidas que en el policial negro o el terror, por ejemplo), y la importancia que se le da al televidente, al punto de que su mirada afecta el transcurso del relato.
La telenovela es un animal vivo, y muchas veces salvaje. Sea a través del raiting, de foros, de la prensa especializada, del boca a boca, de la "voz de la calle", una y otra vez la historia se ve influenciada y muta, incluso escapándose por momentos de las manos del autor.
Por eso es que cuanto más pueda un guionista de telenovelas relacionarse con la mirada de la audiencia, mejor será el resultado del proceso de escritura.
Es en este punto donde creo que la observación de Mamet se vuelve relevante. Cuando dice que las tres preguntas son "parte de la comprensión inconciente y perpetua" del público, nos está advirtiendo que, si no las respondemos, ese público lo notará de una manera casi "carnal" y nos quitará su apoyo.
¿Cómo sintonizar con el, entonces? Si pensamos esto en relación a las tres preguntas de Mamet, podemos encontrar un camino. La telenovela es el lenguaje del deseo (siempre en lucha contra obstáculos), por lo que se vuelve obvio que la primer pregunta es más que pertinente: ¿Quién quiere qué de quién? Los obstáculos y sus efectos están representados en la segunda pregunta: ¿Qué pasa si no lo consigue?. Y la necesaria urgencia que se debe conseguir en la trama se puede entender haciéndose la tercer pregunta: ¿Por qué lo busca ahora?
Si podemos mirar como el público (sin que esto signifique ser condescendiente o escribir contra nuestros principios), creo que nos encontraremos con él en un agradable "happy ending".
Gracias a Mr. Mamet, que sin duda no estaba pensando en telenovelas cuando escribió ese párrafo. No importa. Contar es contar.
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