Okey. Tenía dos datos para empezar, ¿cómo seguir?
En el caso de Helman, la solución parecía obvia. Conseguir el teléfono de ILM me llevó un rato, pero no fue demasiado difícil. Hice el cálculo horario, marqué y me enfrenté con una operadora que me saludó con un alegre "ILM, may I help you?". Después de sacudirme la estúpida impresión que me causó estar hablando con la empresa de uno de mis ídolos de la infancia, pregunté por Helman. Y me pasaron con él. Sencillo. Pablo resultó ser un tipo muy simpático, si bien me dejó claro que no podía ayudarme: hacia años que él tenía su propio guión, y no conseguía producirlo, pese a estar en medio de la industria.
Con Donovan fue más difícil. No había teléfonos, no había mails. Pero yo nunca me doy por vencido. Entré a la página web de la Writers Guild Asociation, y le escribí un mail a la encargada de prensa, contándole quién era y pidiéndole un mail de Donovan. Para mi sorpresa, ella me contestó explicándome que no podía darme el mail, pero sí reenviarle a Donovan el mío. Le dije que perfecto, sin esperar mucho resultado: acá en Argentina, muchas veces gente que te conoce directamente ni se molesta en contestar los correos que uno le envía, así que...
Pero una semana después, Donovan me contestó. No solo eso, sino que leyó mi guión, y 20 días más tarde me llamó a mi casa para elogiar el libro y decirme que era un "guionista muy intenso".
Martin trato de interesar a alguno de sus conocidos en producir la película, pero por distintos motivos, nunca lo logró. Sin embargo, fue un gran empujón moral para mí, y conocerlo me sirvió como puente para contactar a otras personas que han sido importantes en mi desarrollo profesional.
Gracias a esta simple fórmula (tener una fantasía y animarme a llevarla a la realidad), he conocido a otra gente interesante, como el gran Ricardo Aronovich, fotógrafo cinematográfico argentino de fama mundial, o a Juan Campanella, cuando aun no había vuelto a vivir a Buenos Aires y El Hijo de la Novia no había salido de su cabeza; también logré que guiones míos llegaran a manos de John Malkovich, Viggo Mortensen y Roland Emmerich.
Aun no he conseguido que me produzcan el dichoso script. Pero de todas maneras, creo que he tenido éxito, porque me propuse acceder a cierta gente y lo conseguí.
Nadie puede decirnos que es una locura soñar con Hollywood, o con poder dar un salto hacia otro nivel de nuestra carrera. Nadie puede decirnos que es imposible lograr que alguien como Malkovich se siente a leer un material nuestro. Nadie puede decirnos que somos unos caraduras, o que no tenemos los pies en la tierra, por intentar.
Imaginación, perseverancia, deseo. Sin esta triada sagrada, no somos nada.
3 comentarios:
Buenísimo, Marcelo. Inspirador, diría. Cualquier guionista o cuenta cuentos que se precie de tal... supongo que no hay un día en su vida en el que no despierte o se vaya a dormir soñando en dar el famoso salto.
Entre los programas para los que escribiste... ¿está "Campeones de la vida"? Si es así, creo que nuestros caminos se cruzaron una vez...
saludos
Hola Camilo! Sí, me acuerdo de vos (de tu nombre, por lo menos... creo no nos llegamos a conocer, ¿no?). Qué tiempos aquellos... con Mister Alegría y Locuacidad Barrios... bueno, por suerte todo pasa. ;)
Me alegro que te haya gustado el post y espero tenerte seguido por acá.
Un abrazo
Aja-já! Y yo que pensé que mi memoria prodigiosa era única en su género...
Un abrazo
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