lunes, 7 de junio de 2010

ESC.106 INT. HOUSE PARADOX -- DÍA

Hace poco finalizó en Estados Unidos la sexta temporada de una de las mejores (por lo menos desde mi perspectiva) series que ha dado la televisión: House M.D. El episodio final de temporada fue verdaderamente demoledor, en varios sentidos: la historia tuvo lugar en medio del incendio y derrumbe de un edificio, que funcionó simbólicamente como el derrumbe de la última barrera que le quedaba al doctor Gregory House (al menos temporalmente) para poder reconocer en voz alta el origen de sus limitaciones, dando un paso adelante en su sanación interior. Este proceso había comenzado con su hospitalización en un psiquiátrico al comienzo de la temporada, y terminó con este reconocimiento, que House realiza de manera altruista, con el fin de ayudar a otra persona a que no corra el riesgo de volverse como él. Como "premio" por este acto, House finalmente logra acceder al amor que ha venido buscando.
Pero dejando de lado estas cuestiones argumentales, lo que sorprendió en esta temporada fue el camino que recorrió el personaje de House. La serie está, por decirlo de alguna manera, atrapada en su propia lógica: su principal atractivo es el increíble diseño del personaje de House (encarnado por el ganador del Emmy, Hugh Laury), con todos sus defectos; teniendo en cuenta las reglas de progresión dramática, House debe evolucionar (un personaje que no evoluciona en algún sentido, podríamos decir que es un personaje muerto), pero si evoluciona, si se cura de sus debilidades, ¿qué pasa con la serie?
Usando otro ejemplo, ¿qué pasa con la serie Dexter, si el personaje Dexter deja de ser un asesino?
Podríamos llamar a este tipo de personajes, paradojales. Tienen que avanzar hacia alguna parte, pero no pueden cambiar demasiado para no vulnerar el propósito para el cuál fueron creados.
Por otra parte, en ambos casos (House o Dexter), el espectador presencia el sufrimiento de los personajes: ambos están compelidos a actuar como actúan, pero ninguno disfruta realmente de ser como es; ambos están en una suerte de purgatorio permanente. A pesar de que disfrutamos de la incorrección política de House, queremos que deje de sentir dolor, queremos que pueda alcanzar un grado mayor de humanización, que pueda amar. Proyectamos nuestros propios defectos en él, nuestras ansias de superar aquello que nos causa un dolor difícil de superar.
Queremos que mejoren, pero no queremos que cambien tanto como para que la historia que disfrutamos pierda aquello que hizo que nos entusiasmáramos con ella en un principio.
Salir de esta paradoja, para el equipo autoral de la serie, es el desafío mayor. Pensar un caso para cada semana, es más laborioso que complicado. Llevar adelante las historias secundarias, es prácticamente un ejercicio de estiramiento muscular. Pero llevar adelante la progresión dramática de un personaje como House... allí está la verdadera maestría autoral.
A la serie comandada por David Shore le ha llevado seis temporadas conducir a Gregory House hasta el punto de poder reconocer el origen y la forma de su principal problema, y gracias a ello dar un paso adelante. Varias temporadas atrás, jugaron con esta probabilidad a partir de un plot por el cuál un policía (protagonizado por David Morse) perseguía a House para hacerle pagar por su forma de ser. Hacia el final de la temporada, parecía que House había aprendido la lección: pero en el episodio final, comprendíamos que todo había sido una manipulación de su parte. No había aprendido nada.
Una gran jugada argumental. Y, por otro lado, una decisión moral: el personaje, como incluso los más fanáticos de la serie reconocían, necesitaba un escarmiento. Era justo. Era casi necesario. Pero Shore prefirió ser políticamente incorrecto, antes que dejar de serle fiel a la lógica de su personaje.
Por lo tanto, creo que la solución a la paradoja de House reside en esta fidelidad.
El personaje debe evolucionar, sea humanamente (la curación), o argumentalmente (por ejemplo, el final de The Shield: su personaje se negó a cambiar, pero el mundo a su alrededor lo hizo, por lo cuál debió pagar un precio). Pero solo en relación a su propia lógica, a sus posibilidades; cualquier otra cosa, es un truco barato.
"Al protagonista se le presuponen unas características que generan una interacción máxima con la historia; tienen su razón de ser en función del drama, o son concomitantes", dice Doc Comparato. "El producto final debe resultar armonioso, con una interacción personaje-historia indestructible, como si de una gran verdad se tratase".
Ni el personaje puede vulnerar a la historia, ni la historia al personaje. Fidelidad, Verdad, son las coordenadas para guiarnos.
Creo que, para cualquier que se dedique al oficio de guionista, es imprescindible ver House M.D. Es una clase magistral de diseño de esta relación personaje/historia.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta house la historia me parece maravillosa, ademas todos sus personajes estan muy bien logrados.
Creo que es una gran serie, que no sólo no es repetitiva, sino que es reflexiva y divertida.

M

Anónimo dijo...

House es una de las series mas buenas que vi, la complejidad de sus personajes. La trama y los cambios constantes, su filosofia, Todo el equipo de actores es de lo mejor!. Ojala tengamos en argetina esas brillantes ideas y series!.
Juan

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