Hará poco más de un mes terminé mi participación en Ciega a Citas y me pasa algo curioso. En vez de borrarla de mi cabeza (hacer un reset, digamos, luego de varios meses de estar con la mente puesta en ella con bastante intensidad), como me ha pasado con varias tiras en las que trabajé anteriormente, algunos temas se niegan a abandonarme. Ciega me obligó a cuestionarme algunos temas, que todavía estoy masticando.
El principal es el tema personajes.
En la mayoría de las telenovelas, los personajes son arquetípicos. Representan el bien y el mal, y expresan de distintas formas las emociones básicas del ser humano: cólera, alegría, miedo, tristeza. Aunque uno elabora perfiles de estos personajes para darles mayor riqueza, sus comportamientos no se basan tanto en su psicología, sino en su posición moral: qué están dispuestos a hacer y qué no, en medio de la batalla entre el bien y el mal que se libra sobre la historia de amor como campo de juego.
En la tira, esta variante argentina de la vieja telenovela, el trabajo sobre el personaje es un poco más fino, las motivaciones son otras, ya que se incorporan claramente historias sociales y personales que no están completamente conectadas a la historia de amor central. Esto hace que los personajes se comporten de una manera mucho menos arquetípica; aunque en algunos casos, lo que se ha hecho es trabajar sobre arquetipos no clásicos.
En los lenguajes de género, la potencia del arquetipo descansa sobre la historia, más que los personajes. Se ha hablado hasta el cansancio sobre las fórmulas de género, terror, policial, romántico, etc., así que no voy a abundar en esto. En relación a los personajes (esto lo viví de primera mano escribiendo Tiempo Final), creo que los géneros funcionan como un laberinto donde son colocados y observados, para ver cómo se las arreglan para llegar a la salida. Las características de estos personajes se reflejan en su conducta a los estímulos que le propone el laberinto. Incluso cuando deciden no seguir las reglas y comienzan a romper las paredes. Siempre están atados al juego que propone la historia, a las reglas del género.
Con Ciega a Citas me encontré con una forma de tratar a los personajes con la que no me había enfrentado nunca. Quizá tenga que ver conque es un híbrido entre tira y sitcom. Quizá sea porque la autora es actriz, y las motivaciones y conductas de los personajes son un tema especialmente preciado para ella. En todo caso, fue un desafío.
Ciega es, claramente, una comedia. Su intención era funcionar sobre la base de este género, pero no usando los recursos clásicos de la comedia vista desde la tira, sino los de las sitcom americanas. Sin embargo, su carácter diario imprimía ciertas necesidades de "entramado" que las sitcom no usan y que la acerca, nuevamente, al lenguaje de tira. Donde el cruce de géneros, o choque, si se quiere, amenazaba con generar más ruido que risas, la autora eligió el camino de los personajes: mantener la comicidad, pero haciendo que las actitudes de estos funcionen siempre desde "el alma", como gusta ella de decir. En vez de usar la trama, es decir, las cuestiones típicas de la telenovela como red de contención, se decidió seguir el derrotero interno de los personajes y hacer funcionar la trama desde allí.
A la hora de tirar historia, esto trajo muchos desafíos. Primero, el de conocer más a los personajes que a la historia, algo que no suele suceder en la telenovela clásica; segundo, descubrir cómo accionar el humor desde las conductas (yo tomaría aquí, como gran ejemplo de este tipo de trabajo, a Woody Allen) y desde las situaciones puntuales de la vida (esto generó mucha identificación en el público, que se vio a sí mismo y a su entorno reflejado en los personajes de la tira).
Lograr hacer funcionar este mecanismo no fue fácil. Para todo el equipo, autora incluida, fue un gran experimento y un gran aprendizaje. En mi caso personal, me llevó a enfrentar al mundo de los personajes desde una óptica que no había usado nunca.
Y esto hizo que, hoy, me plantee cómo voy a enfrentar a los personajes en mi siguiente proyecto. Siento que si lo hiciera con ligereza, aun cuando el formato me lo pidiera, estaría traicionando lo que me enseñó Ciega a Citas.
Seguiré masticando el tema. Es bueno, aunque da un poco de miedo, saber que siempre queda algo por aprender... aunque muchas veces el ego del autor impida hacerse cargo de ello.
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