Antes que nada, por supuesto, hay que dar el primer paso: definir cuál de los dos formatos se va a llevar a cabo. Hay una clara cuestión de presupuestos; digo, la diferencia de valores entre un piloto de 42/45 minutos de artística, y un trailer que puede rondar entre los 2 y los 5 minutos, es enorme. Pero si tratamos de ver más allá de los pesos, nos encontramos con otras cuestiones: el nivel de exposición al que nos enfrenta el piloto puede jugarnos a favor, o en contra.
La lógica indicaría que en un piloto tendríamos oportunidad de mostrar todo aquello que tenemos en mente sobre nuestro proyecto, explayarnos a todo nivel sobre el mismo; mientras que el trailer es solo un vistazo.
En principio la lógica funciona. Pero el hecho de que el primer capítulo sea el más difícil de hacer, en casi todo proyecto televisivo, nos expone a un sinnúmero de errores que, seguramente, querremos evitar a la hora de vender el producto.
En principio la lógica funciona. Pero el hecho de que el primer capítulo sea el más difícil de hacer, en casi todo proyecto televisivo, nos expone a un sinnúmero de errores que, seguramente, querremos evitar a la hora de vender el producto.
Si no estamos 100% seguros del guión que tenemos entre manos, y de nuestra capacidad de realizarlo cabalmente, quizá sea mejor tratar de dar un tiro más certero con un trailer.
Se trata de hacer una buena evaluación de riesgo, teniendo en cuenta un hecho central: a la hora de intentar colocar nuestro producto en el mercado televisivo, no solo somos creadores, sino gente de negocios. Si descuidamos esta faceta, da lo mismo que no hiciéramos nada.
Retrocedamos un poco: ¿por qué es tan difícil hacer un piloto?
A aquellos lectores que hayan pasado por el desafío de escribir uno, no hace falta que les cuente lo que ya saben. Pero hagamos un pequeño repaso para los que todavía no han encarado esa aventura.
- La cantidad de información que es necesario dar en un primer episodio para explicar el mundo, los personajes y las situaciones en las que éstos se verán involucrados, hace que, muchas veces, la estructura dramática del capítulo falle. "¿Cómo encuentra uno el equilibrio entre retener y proporcionar información? Esa es la parte esencial en el trabajo del dramaturgo", dice David Mamet en un post anterior. Sea a través de voces en off, o de personajes que le explican cosas a otros, vamos cayendo en esta trampa de los primeros capítulos: explica en vez de narrar. Si tenemos un compromiso por varios capítulos, la solución a este problema es tomarnos el tiempo necesario para exponer nuestro universo dramático. Pero el problema del piloto es que tiene que vender nuestro proyecto entero; y así es que nos encontramos entre la espada y la pared, y necesitamos una buena estocada para salir de allí.
- Por regla general, sea el género que sea, un piloto tiene que ser un "gol de media cancha". Si es una comedia, no puede ser gracioso: tiene que ser muy gracioso. Si es un drama, debe agarrar nuestras emociones y sacudirlas con la mayor fuerza posible.No hay medias tintas en esto. Por supuesto que hablo en términos generales, pero creo que la idea es clara. Un piloto, a diferencia de un trailer (que deja abierto espacio para una segunda vuelta), es un revolver con una sola bala: si fallamos el disparo, estamos muertos.
- Los personajes del piloto tienen que enamorar, sorprender, asustar, generar una fuerte empatía... en un solo capítulo. Aquí no tenemos todo el trabajo de conocimiento y conexión que lograremos después de 10, 20, 50 episodios. No conocemos a estos personajes, no tenemos historia con ellos (desde el punto de vista del espectador... pero desde el nuestro también), y si nos cuidamos de no caer en el exceso de información, tampoco sabremos demasiado sobre ellos. Así y todo, tenemos que conseguir que nos capturen en su mundo. Profundizando un poco más en esto, nos damos cuenta de que, en el piloto, la pintura del personaje tiene tanto o más peso que la trama. Un buen ejemplo de esto es el piloto de Friends: la trama no da para mucho, pero la presentación de los personajes es tan buena, que el programa se vende solo.
- A veces, los pilotos caen en una tentación que lleva el proyecto a la ruina: exceso de promesas. Necesitamos que los ejecutivos que lo miran sientan que están sentados sobre el mejor programa de los últimos 10 años. Para ello, nos ponemos grandilocuentes, demagógicos. Pero hay que preguntarte: ¿cuántas de todas esas promesas podremos cumplir?
Estos cuatro puntos no son para nada exhaustivos en cuanto a los desafíos de escribir un piloto. Sin embargo, dan un buen punto de partida a la hora de comenzar a pensar si nos conviene jugarnos a hacer uno, o si debemos aposta mejor aun trailer.
¿Cuáles son las fortalezas del trailer? Sintonicen el próximo capítulo.
Antes de terminar: nada de lo dicho arriba, implica que no sea posible vencer todos y cada uno de estos desafíos y realizar un piloto increíble. Es cuestión de intentarlo con las cosas en claro... y aunque sea un ojo bien abierto.
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