En realidad estaba pensado en la sagrada triada de las telenovelas, que suele instalarse como reina y señora dentro de la dramaturgia del género.
Creo que cualquier que haya, aunque sea, pasado caminando frente a una televisión, ha visto a algún personaje de telenovela sufrir algunas de estas condiciones. Y no solo de telenovelas: cuando otras ficciones se encuentran ante la encrucijada de la "falta de historia", o pasan por un bache de conexión emotiva con su público, toman algunos de estos "recursos melodramáticos" prestados para generar una crisis que atraiga la atención hacia alguno de los protagonistas.
La condición de ciega/sorda/muda no suele ser orgánica con la historia (salvo algún que otro caso), pero sí con el género: se trata, por definición, de una condición extraordinaria, un "golpe del destino" que lleva al extremo la situación de infelicidad propia de la telenovela, como preámbulo a la obtención de la felicidad, triunfo del amor, fin de la historia.
"La felicidad no se cuenta, se vive", dijo alguna vez Alberto Migre. ¿Qué mejor forma de vivir la felicidad, que en contraposición a una tragedia como la carencia de alguno de estos tres sentidos? Por otro lado, la telenovela suele tratar de asuntos de identidad; en este sentido, podemos pensar que recuperar la capacidad de expresarse, comenzar a oír lo que se trama a nuestro alrededor y actuar en consecuencia, o poder ver nuestra realidad, son formas de vivir la identidad (o de encarar la búsqueda de).
También hay otra forma de entender este recurso: se llama "manotazo de ahogado".
¿Cómo diferenciar cuando estos recursos son usados como elemento constitutivo de género, o sea, orgánicamente (creo que el mejor ejemplo de esto es Nano, con Araceli representando a una muda desde el minuto cero), y cuándo son usados porque se ha acabo lo que contar (y con esto quiero decir: como mantener separados a los protagonistas)?
La verdad es que no soy ningún estudioso del tema, pero sí he trabajado en muchas telenovelas, e incluso escribí una para el exterior. Así que mi discurso tiene que ver con la experiencia.
Y esta me dice: la mayor parte de las telenovelas de los últimos diez años han usado estos recursos sin ningún tipo de organicidad, sino como muletas para sostener un poco más la trama. Todos los que trabajamos en esto, escuchamos alguna vez a un autor o producto decir: es hora de que se quede ciega/sorda/muda. Siempre odié eso. Para mí, es lo mismo que decir: es hora de tirar por la borda la historia que tan laboriosamente hemos venido construyendo, en virtud de un golpe de efecto.
Es notable con qué frialdad se hace esto. Con qué desapego por el oficio del buen contar.
La excusa es siempre, como decía antes, "nos estamos quedando sin cosas que contar". En realidad, esto se traduce como "nos estamos quedando sin giros en la historia que generen suficiente golpe de efecto (melo)dramático".
¿Hasta que punto esto es verdad?
Puede pasar que el diseño de la novela no haya contemplado suficiente material como para alimentar 120 capítulos. También es posible que las telenovelas debieran durar solo 80 capítulos, pero este es otro cantar.
Pero, nuevamente en mi experiencia, lo que sucede es que hay una cierta fatiga (autores que hacen dos o tres telenovelas seguidas), a veces una liviandad o desapego del material, que llevan, justamente allá por el capítulo 80, a echar mano de estos recursos.
Aunque hay un cierto sector del público que se resiente de estas tácticas, otro no diría que las espera, pero por lo menos se deja impactar con ellas cada vez que suceden. Este público, el más clásico, es el que suele justificar las cegueras, mudeces y sorderas (habría que incluir falsos embarazos aquí).
Cabe otra pregunta: ¿le estamos dando a este público lo que pide, o nos estamos aprovechando de su "clasicismo" para estafarlo en su buena fe?
Personalmente, me encontré frente a todas estas disyuntivas cuando hice mi novela para el exterior. Aquí yo tenía la decisión y recaía en mí la responsabilidad de caer en estas prácticas, o tratar de ser creativo (o por lo menos, responsable). Cuando desde la producción llegaron las primeras sugerencias para usar estos recursos (casi siempre llegan), me puse firme: argumenté que la historia tenía suficientes elementos para no necesitar ciegos, sordos y mudos, o por lo menos que el equipo autoral tenía recursos honestos para llegar al final de la historia sin necesidad de ellos. Me dieron la oportunidad de probarlo.
Hicimos 160 capítulos sin ciegos, sordos, mudos, paralíticos ni falsas embarazadas.
Comprobé lo que pensaba: era posible hacerlo.
Hay que ver que hubiera sucedido si a esta telenovela, le hubiera seguido otra, e incluso otras dos. Hasta que punto mi agotamiento me hubiera llevado a dar manotazos de ahogado. Pero incluso esto tiene solución: por ejemplo, renunciar a un poco de ganancia para contratar aun co-autor que nos de aires nuevos.
No hay respuestas concretas en este post. Solo experiencias y observaciones. Algunas ideas. Abro debate.
Lo más importante es que no seamos nosotros los que quedemos ciegos/sordos/mudos como autores.
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