martes, 5 de octubre de 2010

ESC.149 EXT. 21 GRAMOS DE ARRIAGA -- DÍA

A Guillermo Arriaga le tomó diez años hacer una carrera que a otros les cuesta una vida. Podría decirse que todo empezó en el año 2000 con el guión que escribiera para Amores Perros, de Iñarritu (aunque ya se había filmado otro de sus guiones en 1999, Un dulce olor a muerte, dirigida por Gabriel Retes). Luego de Amores, vendría el resto de la trilogía con Iñarritu (21 Gramos y Babel), el premio al mejor guión en Cannes 2005 por Los tres entierros de Melquiades Estrada (de Tommy Lee Jones), y su primera película como guionista/director: The Burning Plain (2008), con Charlize Theron y Kim Basinger. Pero esto no es todo, porque en la misma década, Arriaga encontró tiempo para escribir tres novelas: El búfalo de la noche (1999), Retorno 201 (Cuentos) (2006) y Night Buffalo (Mayo de 2006), que se suman a dos anteriores (Escuadrón Guillotina, de 1991, y Un dulce olor a muerte, de 1994).

Arriaga le concedió una entrevista en profundidad a la revista mexicana Letras Libres, que reprodujo Florencio, la revista de Argentores, y que ahora reproduce un servidor, ya que en ella Arriaga desgrana algunas observaciones y secretos del oficio de guionista por demás interesantes. Último detalle: la entrevista está conducida por otro escritor, Álvaro Enrigue, lo que le da una profundidad especial.



¿Qué se necesita para hacer un guión?
Primero tienes que saber qué quieres hacer con tu vida: ser escritor o ser guionista. Escritor es el que tiene un mundo que entregar en la obra de cine,y guionista es el que escribe una gula y supedita su imaginación a la de otros. Siempre he hecho esa distinción. ¿Tú qué eres? ¿Un tipo que pone su pluma al servicio de las ideas de otros, o un tipo que crea un mundo particular y lo comparte con alguien?
Tú te defines como un escritor de cine, no como un guionista...
En este negocio, como en todos, te compran como te vendes. Sí te vendes como alguien dispuesto a hacer lo que sea con tal de que lo filmen, así te van a comprar. Si tú eres alguien que quiere presentar una obra sólida y arriesgada, te van a considerar como lo que eres: un escritor.
¿Eso quiere decir que tu trabajo como guionista siempre es original?
Una vez que estás en la industria, entras a la dulcería con la cartera llena y tienes que aprender a decír que no.
No entiendo...
Te meten a la dulcería para que agarres lo que quieras. A mí me dijeron "Aquí tienes un manuscrito de Cormac McCarthy, ¿lo quieres adaptar? Y Las Palmeras Salvajes, de Faulkner, que tanto te gusta: ¿te echas el guión?" Tienes que decir que no por más que se te antoje, porque la idea es seguir levantando un mundo propio, personal: una obra.
Entonces, ¿tú ves la película como una extensión del guión?
No, yo veo la película como una construcción donde hay una historia y una reelaboración sensible de esa historia: se juntan dos gramáticas. En esa mezcla es obvio que el mundo de la historia permea la película.
¿El guión es entonces una pieza literaria?
Yo, es lo que procuro: pongo tanto cuidado en el lenguaje y la estructura que lo veo como literatura. Lo que he procurado es, precisamente, llevar estructuras literarias al cine.
Pero las estructuras de tus novelas y las de tus películas son distintas. En los guiones de Amores perros o 21 gramos confluyen historias diversas en puntos de quiebre traídos por el azar -encuentros accidentales-, mientras que en tus novelas cuentas una historia con sus antecedentes y sus resultados.
A mí me parece que las estructuras son similares, sólo que en las novelas el zurcido no este expuesto. En El Búfalo de la noche (1999) se juntan las vidas de los tres personajes.
Si, pero esa unidad es orgánica, los tres forman parte de la historia desde el principio; en las películas el parentesco es mas bien temático y muy circunstancial.
Creo que tiene que ver con el momento vital. Escribí Amores perros des-pues de tener un accidente de coche muy fuerte en la carretera. Conocí a gente que no tenía por qué haber conocído, en un lugar que nunca me imagine que conocería. Ver el lugar de una de tus muertes cambia todo, incluida tu manera de narrar. Yo tenía dos historias que querían ser contadas pero no encontraban una salida novelística, y pensé que las podía contar a través de un accidente.
¿Qué historias eran ésas?
La de las peleas de perros y la del vagabundo. Tenía ambos arranques y ninguna de las dos estaba cuajando como novela, pero ambas tenían ya un mundo formado.
Déjame volver a algo que dijiste y engarzarlo en este punto: el asunto de la superposición de gramáticas. Cuando se cruzan las gramáticas, ¿no se pierde ese mundo literario?
Es esencial trabajar con alguien que tenga tu mismo gusto, para que en la colaboración se puedan integrar correctamente ambos mundos -el literario y el sensible. El director tiene que tener una visión semejante a la que tú tienes.
El escritor, entonces, debería participar en la producción...
Es el que conoce los personajes y la historia a fondo, y en ese sentido puede ser muy ON: hay una razón narrativa por b cual se eligen los elementos de una historia. Por ejemplo la locación. Sí a mí me hubieran incorporado al equipo de Un dulce olor a muerte, la película habría salido mejor. Les habría dicho hacia dónde orientar la producción: les habría señalado físicamente el mundo de esa novela, y la habrían podido llevar a la pantalla.
Ese guión no es tuyo, ¿o si?
No, obviamente: en la novela yo hablaba de un mundo de campesinos reales de un México real de ejidatarios, y ya en la pantalla parecía que estábamos en Suiza.
Entonces, para ser guionista tienes que asociarte con un director que tenga un gusto similar y que de preferencia te deje asistirlo en la filmación. ¿Qué mas?
Yo recomendaría, si quieres escribir un buen guión, que no sepas demasiado de tu historia.
¿Una película entonces se escribe como una novela? ¿Tienes mas o menos claro a d6nde quieres llegar, pero no tienes ni idea de como?
Yo las escribo así.
Cuando arrancas el guión, ¿no sabes a dónde van a ir los personajes?
No tengo ni la más remota idea: una escena detona una narración. Puede ser una situación, o un personaje.
Cuando se escribe una novela no se tiene claro por donde van a ir las cosas, pero hay claramente un tema que el autor quiere revisar con profundidad, reflexionar so¬bre él con las armas de la narrativa. ¿Es igual con un guión?
Yo me veo a mí mismo como un narrador puro. Creo que la profundidad es algo que no hay que buscar: si eres una persona profunda, tu trabajo va a ser profundo y punto. Si no, si le metes hondura más allá de la narración, te quedas en pretencioso.
¿Qué mas tiene que ser un guionista?
Tiene que ser eficaz a morir: encontrar la imagen, la palabra, el movimiento y el dialogo precisos. Tiene que encontrar una estructura que no tenga desperdicio, y también el tempo y el tono precisos para decir lo que quiere decir. El tono es esencial. Para mí, escribir un guión es exactamente igual que escribir una novela: me tardo dos o tres anos en terminarlo.
¿Te planteas el género desde el principio?
Depende: a veces sí, a veces no. Como ya te dije, Amores perros eran dos novelas frustradas, que encontraron una forma eficaz en el gui6n. La mayor parte de mis novelas son tramposas: parecen visuales, pero suceden hacia adentro. Un dulce olor a muerte cuenta lo que le pasa por dentro a Ramón; El búfalo de la noche cuenta lo que le pasa por dentro a Manuel. En realidad los paisajes son interiores: son novelas muy anti cinematográficas. El guión es distinto: es sólo visual.
En términos de mundo de adentro y mundo de afuera -me gusta parque refiere a ideas estéticas renacentistas, ¿dirías que los guiones, a diferencia de las novelas, pertenecen solo al mundo exterior de las personas?
El cine está limitado por la tercera persona. La primera persona es rarísima, casi imposible de lograr. No es lo mismo contar en primera persona que presentar un punto de vista subjetivo; te puedes aproximar a la primera persona mediante alguna toma subjetiva, pero siempre está obligado a volver a la tercera.
El cine es balzaciano: quien narra conoce todos los vericuetos del relato y se puede situar en todas partes para representarlo eficazmente.
Más bien stendhaliano. Stendhal estaba más orientado a la narración que Balzac, hay más acciones, menos descripción, aunque hay un cine que se construye de manera descriptiva. Yo estaría interesado en un cine orientado a la acción, a la narración pura. Cuando escribo, mi preocupación es el avance de la historia.
¿Y los personajes?
Siempre trabajo con personajes en su momento límite, que se enfrentan a la situación en la que todo está cambiando en su vida.
Esos personajes no me remiten a otros personajes, lo cual es interesante, porque los libros no vienen de la realidad, sino de otros libros.
No estoy de acuerdo, en eso nunca hemos estado de acuerdo. Yo creo que las narraciones vienen de dos fuentes que representan dos grandes tradiciones literarias: los libros que vienen de libros y los que vienen de la vida. El vitalismo norteamericano, por ejemplo. Yo creo que Faulkner, por ejemplo, estaba tratando de representar el flujo de la vida -aun sí no es posible negar que participa de una traducían literaria. En Retorno 301 (2003), mi libro de cuentos, lo que traté de retratar es la calle en la que crecí, son historias personales. No son historias que vengan de un libro, vienen de mí vida y se quedaron adentro para que las escribiera.
¿No corres el riesgo, al decir eso, de declarar que toda la literatura es autobiográfica?
No hablo de autobiografía, sino de lo que la vida le entrega a un narrador y lo que el narrador tiene que devolver. Mi postura es que vale devolverlo sin que este tamizado por otros libros.
Pero si tienes una discusión con otros autores, una relación honda que se puede considerar una influencia.
Básicamente, no. Mis historias son personales. A lo mejor hay algo ahí, pero lo que me interesa es expulsar una historia que me dejó la vida y que se quedó adentro y que tiene que salir. Hay autores que son obviamente importantes para mí: Hemíngway, Faulkner, Pío Baroja, Martín Luis Guzmán, autores de personajes no contemplativos, proyectados a la acción.
Me gustaría volver a un asunto fáctico, en la medida en que el autor de guiones y novelas es una rareza, cuando menos en México: o se es novelista o se es guionista. Se puede ser un novelista que escribe un guión, pero tu devoción dividida por la literatura y el cine es poco común. ¿Cómo administras eso?
Escribo una obra a la vez; una novela una obra de cine, pero no las dos. Mi idea es, en un tiempo no muy lejano, dedicarme sólo a la literatura, aunque por ahora estoy trabajando en cine. Estoy escribiendo dos obras de cine.
¿Obras de cine?
¿Te fijas cómo me resisto a decir "guiones"?
¿"Obras de cine" como "obras de teatro"?
Exactamente: nadie diría que Hamlet es de Mel Gibson. Decimos que Entre Villa y una mujer desnuda es de Sabina Berman y dirigida por tal o cual. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo con el cine? La palabra "guión" ha terminado siendo despectiva. Hasta los sesenta se decía "libro cinematográfico".
¿Cuál es la diferencia definitiva entre un guion y una obra de cine?
Un guionista concede, su trabajo es conceder y copiar. Un escritor de cine concilia. Concilia las necesidades de la película con el mundo que escribía, pero es un mundo completo -estética y moralmente complejo- concebido con mucho cuidado. Desde esta perspectiva, el director, antes de filmar, debe ser un editor alguien que te ayuda a mejorar tu trabajo-que te presiona para que cortes, para que metas, para que cambies- hasta que des algo tan bueno que merezca ser filmado sin traicionar el mundo de esa historia.                                              
¿Como autor, aceptas o rechazas esas sugerencias?  
Tiene que ser un diálogo, horizontal y recíproco. No nada más decir: "Aquí falta un monstruo" y tú vas y pones "entra monstruo" y preguntas "¿De qué color?", "Verde", "entra monstruo verde".
¿Cómo valoras los géneros?, en el contexto de tu afirmación, según la cual toda escritura de ficción es literaria y debe ser respetada como tal.
Yo le tengo respeto de verdad a la palabra escrita: es la parte culminante de la civilización. Es lo que nos permite ser lo que somos. Detesto la idiotez esa de que una imagen dice más que mil palabras. Tú dime: ¿cuántas imágenes necesitas para describir el contenido de la palabra "cabrón"? ¿Cuántas para la palabra "amor"? ¿Cuántas para "pasión"? Una palabra dice más que mil imágenes y decir lo contrario es una tontería y una vulgaridad. La palabra escrita es sagrada para mí, sin que esto implique que pongo al cine, como género, por debajo de la novela. Estoy hablando de una percepción íntima que me hace ser lo que soy. "

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