martes, 8 de marzo de 2011

ESC.185 INT. MUNDO SIMBÓLICO -- DÍA

Hace tiempo un colega y amigo me dijo que no le gustaba The Wall porque no necesitaba que Alan Parker lo guiara sobre lo que debía o no entender, a través del uso de simbolismos, que en la película abundan. El argumento, aunque respetable, me pareció extraño. Es como si dijéramos, salvando las distancias, que el uso de simbolismos en la obra de Dalí es un intento de "manipular" al espectador, cuando la exposición de su tema debería ser o bien totalmente llana, o bien tan abstracta que hiciera falta un ejercicio intelectual superior para poder entender su significado (como sucede con algún cine europeo de los 60's y 70's).
Similares reflexiones me disparó la lectura del artículo que publicó el director de cine/crítico Leandro Listorti en la versión argentina de la Rolling Stone, sobre The Black Swan, la película de Darren Aronofsky por la que Natalie Portman acaba de ganar el Óscar a mejor actriz.



Cabe aclarar antes de seguir: The Black Swan me pareció una película "de cámara", pequeña en un punto pero terrible en lo que cuenta y excelente en el cómo lo cuenta (aclaración similar cabe hacer sobre The Wall).
"La sutileza nunca fue el arma principal de Aronofsky", dice Listorti. "Desde aquel taladro introduciendo algo de alivio en el craneo del protagonista de Pi (su oscura y lejana opera prima de 1998), pasando por las venas hinchadas de heroina y el brazo amputado en la adaptación de la novela de culto de Hubert Selby, Jr., Requiem para un sueno, todas sus peliculas se recuerdan como extremas luchas internas que se libran con el cuerpo humano como victima. En El cisne negro continua esa tendencia, ya que la acción se ubica en el competitivo mundo de la danza y donde el personaje frágil e inocente que interpreta Natalie Portman obtiene una oportunidad única: el rol principal de la obra El lago de los cisnes. En la obra que Tchaikovsky imaginó, la protagonista intenta romper un hechizo que la mantiene atrapada en el cuerpo de un cisne y que solo el amor de un príncipe puede deshacer. El principe aparece, pero tambien otra muchacha que se hace pasar por ella para ganar la atención del joven y conduce la historia a un desenlace trágico. Este juego de dobles y sustitución es tornado como base para la pelicula, pero el placer de Aronofsky esta en sumergirse en la mente enferma de la protagonista y, una vez ahí, arrastrarnos con ella a una sucesión de situaciones cada vez mas paranoicas y amenazantes. Sus complicaciones se inician cuando su personalidad y su talento, que tan perfectamente encajan con el personaje bueno de la obra (el Cisne Blanco), no son suficientes a los ojos del director de la puesta en escena (Vincent Cassel) para componer al Cisne Negro, su némesis violento y apasionado. Con la misma sutileza con la que se presentan los colores de los pájaros y sus características, Aronofsky desarrolla toda la narración: apuntes obvios, pistas falsas y probablemente la mayor cantidad de espejos en la historia del cine con el objetivo de reforzar de manera infinita las ideas de un otro amenazante y de una personalidad dividida". 
Bueno, creo que es obvia la relación entre el comentario de mi amigo y colega y el artículo de Listorti: lo que algunos consideramos maestría en el uso de los simbolismos, ellos lo ven como manipulación, "apuntes obvios, pistas falsas".
Y por supuesto, remito automáticamente esta discusión al ámbito de la escritura del guión.
Me pregunto por qué sería necesario, para representar parte de nuestra narración, utilizar un estructura simbólica esforzadamente sesuda. Digo, la diferencia entre el tipo de simbolismos usados en Black Swan y aquellos que aplicó Buñuel en El Perro Andaluz, son obvios. Sin embargo, lo que en Buñuel, por ser un genio, por la época en la que filmó, por el tipo de gente con la que se cruzó y las realidades que vivió, resulta natural, en otros autores puede ser impostura.
Las imágenes de desdoblamiento en Black Swan son claras. Representan un simbolismo "diáfano", si se quiere. Si Aronofsky se hubiera esforzado en complejizar la estructura simbólica de la película, ¿sería una mujer película? ¿O solo más compleja?
El arte es búsqueda, y por supuesto a lo largo de esa búsqueda siempre se llega hasta ciertos límites. Cada artista sabe donde están los suyos. Algunos tendrán ganas de ahondar en lo simbólico hasta cruzar hacia el surrealismo, y otros preferirán quedarse en un barrio menos atrevido, pero no por eso menos eficaz.
Personalmente creo que la búsqueda debe ser funcional al relato. Deben formar una unidad virtuosa entre ambos. Algo que, en mi opinión, tanto Aronofsky como Parker logran con sus películas. Ni el relato ni el verosímil de sus historias se ven violados por una búsqueda que quizá obedezca a una sed diferente.
Después de todo, El Perro Andaluz es algo más que una película: es un objeto artístico cuyo fin es utilizar el material fílmico para cruzar (o cruzarnos) desde un nivel de realidad hacia otro. No sé si Buñuel buscó llegar a este lugar, o simplemente se desplazó como persona hasta un espacio donde esta obra fue posible.
Como guionista que busca apenas contar una buena historia con elementos que le sean orgánicos, leales, verdaderos, creo que el uso del "simbolismo barato" de películas como The Wall, The Black Swan, u otras como Barton Fink (película que perfectamente podría haber agregado a este análisis) es perfectamente admirable.


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