lunes, 17 de mayo de 2010

ESC.99 INT. HITCHCOCK PRESENTA -- DÍA

Una tarde de la semana pasada, mientras llevaba a mi hijo a tomar un poco de aire luego de un día entero de encierro, pasé por una librería de usados cuya vidriera hacía tiempo no revisaba. La tapa del libro, que no estaba allí un tiempo atrás, me saltó enseguida a la vista: un hombre gordo pero de andar orgulloso, caminado en lo alto de una enorme escalinata, casi como si hubiera sido espiado por un fotógrafo en contrapicado. Aunque la figura del hombre era inconfundible, el título del libro lo aclaraba todo: El Cine según Hitchcock, de Francois Truffaut (Alianza Editorial, 1991). Un clásico, en edición de bolsillo. Y no la primera, sino la segunda edicion, la definitiva, que incorpora un nuevo capítulo para completar la filmografía del genial Hitch, fallecido en abril de 1980.
El libro, conformado por una monumental entrevista realizada por un Truffaut aquí en el lugar de admirador, de fanático de la obra del maestro, abarca más de 300 páginas, que se adentran no solo en la historia del paso de Hitchcok por el cine, sino en sus descubrimientos como director, como productor, como guionista y narrador; su visión del cine, que no es otra cosa, en última instancia, que su visión del mundo.
Habría que ser igual de exhaustivo para poder brindar un extracto de esta entrevista que le haga justicia, así que prefiero citar parte del prólogo (el original, no el nuevo que presenta la edición definitiva).
"Todo lo que se dice, en lugar de ser mostrado, se pierde para el público", dice Truffaut, en relación a la obra del maestro. "Hitchcock es el único cineasta que puede filmar y hacernos perceptibles los pensamientos de uno o varios personajes sin la ayuda del diálogo, y esto me autoriza a ver en él un cineasta realista. ¿Hitchcock realista? En las películas y en las obras de teatro, el diálogo no hace sino expresar los pensamientos de los personajes, cuando sabemos perfectamente que en la vida las cosas funcionan de otra manera (...) Si asistimos como observadores a una reunión de tipo social, advertiremos perfectamente que las palabras pronunciadas son secundarias, convencionales, y que lo esencial se desarrolla a otro nivel, en los pensamientos de los invitados, pensamientos que podemos identificar observando las miradas. (...) Desde hace cuarenta años, cada uno de sus films contiene una o varias escenas de este tipo, fundadas sobre el principio del desfase entre la imagen y el diálogo a fin de filmar simultáneamente la primera situación (evidente) y la segunda (secreta), con vistas a lograr una eficacia dramática estrictamente visual".
Por supuesto hay muchos, muchísimos otros párrafos reveladores a lo largo del libro, pero cuando leí éste en el prefacio, sentí que me tocaba de cerca. Al escribir televisión, y más particularmente telenovela, el diálogo se transforma en amo y señor. A veces, en detrimento de la propia historia.
Por eso, y salvando la distancia entre el mundo de la pequeña y de la gran pantalla, creo que las observaciones de Truffaut sobre el enfoque de Hitchcock nos pueden ser útiles.
Y aun cuando, aparentemente, no lo fueran en la labor cotidiana de escribir en capítulo 145 de una tira, creo que todo aquello que podamos leer que nos enriquezca como autores, terminará redundando en una mejora del lenguaje televisivo.
Seré naif, pero tengo fe.

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