En la serie de post recientes que he escrito sobre pilotos y trailers, me dediqué a pasar en limpio una serie de reglas y principios útiles. Es muy atractivo hacer esto, tratar de sistematizar los conocimientos de manera que se pueda sentir, vanamente, que uno tiene una fórmula segura y exitosa. Pero esto no solo significa ser indulgente con el propio ego trip, sino que va hasta cierto punto, en contra de algo en lo que creo: que las fórmulas no lo son todo. Que, a la hora de escribir guiones, hay un cierto grado de libertad que no puede ser reducida a esquemas ni diagramas.
El artículo EL ARTE DE ESCRIBIR SECUENCIAS INÚTILES, publicado en Bloguionistas por el colega español Daniel Castro, me hizo recordar esto.
En su post, Castro dice que "una de las cosas que repiten los manuales de guión, los profesores y los bloguionistas (que actuamos como si fuéramos alguna de las dos cosas anteriores y no somos más que vulgares guionistas con la suerte de tener algunos lectores) es que en un guión no hay espacio para las secuencias que no hacen avanzar la trama". Castro profundiza: "se suele decir que, por mucho que te gusten, por divertidas o emocionantes que resulten esas escenas, si el guión se comprende perfectamente sin ellas, hay que eliminarlas. En alguna clase de guión he escuchado incluso la cruel expresión inglesa 'Kill your darlings' (mata a tus preferidas). Reconocerás que era la secuencia que más te gustaba cuando ella fije la mirada en tus ojos y después mire al cuchillo que empuñas. Por conmovedora que sea su mirada, tendrás que ejecutar esa secuencia inútil con la que, en tu debilidad, te habías encariñado, secarte las lágrimas y seguir adelante.
Pero enseguida aclara, para establecer la premisa del artículo: "sin embargo, últimamente me he dado cuenta de que grandes películas incluyen unas cuantas secuencias que podrían haberse eliminado".
Para poner un ejemplo, Castro relata que "hace unos meses estuve en un seminario de Robert McKee en el que mencionaba que esto era admisible únicamente en las comedias. Puso este ejemplo, de 'Little Shop of Horrors'. Antes de que el protagonista (Rick Moranis, al que se ve al final de este clip, en la sala de espera) sea atendido por el sádico dentista, asistimos a una secuencia de unos cuatro minutos en la que otro paciente masoquista al que no conocemos de nada y que no tendrá papel relevante en la trama (Bill Murray en esta versión, Jack Nicholson en la de 1960) es víctima del cruel sacamuelas. No, esa secuencia, como mucho, sólo sirve para reforzar la caracterización del dentista, que es un personaje secundario. No hace avanzar la trama. Pero es divertida. Y, según McKee, en una comedia, una secuencia claramente divertida puede sobrevivir. Se libra del cuchillo".
Creo que todos podemos hacer una lista de escenas como estas. Y no solo en comedias, también en dramas, en policiales, y sobre todo en televisión.
No existe tal cosa como el guión perfecto. No en el sentido de que no podamos encontrar guiones que sean, simplemente, geniales. Sino porque el concepto de perfecto indicaría que no hay nada que sobra, nada que falta, que estamos ante un mecanismo de relojería.
Pero ninguna película da la misma hora todos los días. Cada vez que la vemos, nos sitúa en un tiempo y espacio distinto. Porque son imperfectas, como nosotros; por eso conectamos tan bien.
Así que no nos preocupemos por escribir escenas o secuencias inútiles. O en todo caso pensemos en qué sentido son útiles o inútiles. Como hacemos todos los días con las cosas de la vida misma.
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1 comentario:
Completamente de acuerdo.
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