Ayer pasé por un momento cinematográfico notable. No, no hice ningún repaso de la filmografía de Bergman. Fui a ver el preestreno de la última entrega de la saga de Harry Potter, la segunda parte de Las Reliquias de la Muerte. Y salí emocionado y maravillado (ya sé, suena excesivo... pero, ¿para qué mentir?).
Antes de seguir, tengo que reconocer que las películas de HP siempre fueron para mí un placer culposo: me sentí atraído por ellas desde la primera, y las vi todas, sea en cine o en DVD. Algunas me gustaron más que otras, y hasta ayer mi preferida era El Prisionero de Azkaban, del gran Alfonso Cuarón. En ningún momento este placer culposo me impidió ver todos y cada uno de los costurones de las distintas películas, la mayoría de ellos producidos, desde lo argumental, por la necesidad de comprimir libros de 700 páginas en 2 horas y pico de película. Con mejores y peores directores, siempre con una puesta en escena ejemplar, efectos especiales casi siempre perfectos, las películas de HP podían dejar un cierto regusto amargo en esta adaptación a veces brutal, y en tonos de realización no siempre afortunados. Todo esto, claro, más allá de los problemas que pudiera traer el material de base... personalmente, traté de leer una de las novelas de Rowling y me pareció de una prosa llana y aburrida, aun considerando que pudiera haberse buscado cierta simpleza en la misma dado el público al que iba destinada.
Ayer, viendo el preestreno de Las Reliquias de la Muerte 2, me olvidé de la mayor parte de estas consideraciones. Por primera vez, todo pareció cuajar perfecto: el guión abarca una cantidad de sucesos razonable, y encuentra un perfecto equilibrio entre acción y emoción, incluso con el agregado de un largo flashback; la realización de David Yates es precisa, vigorosa, sensible, tomando incluso "riesgos" narrativos y estéticos en relación a otras entregas de la serie; Daniel Radcliffe ha crecido lo suficiente como actor como para sostener gran parte de la película sobre sus hombros de manera elocuente, sentida, apasionada incluso; todos los secundarios están esplendidos, principalmente Ralph Fiennes, Michael Gambon y Alan Rickman, logrando escenas a la altura de sus mejores filmes, como si el label "película para chicos" no significara nada para ellos; los efectos especiales están completamente por debajo de la narración, obedeciéndola, elevándola de manera tanto sutil como espectacular.
Bueno, este no es un análisis extensivo. Además, la película se estrena recién mañana y no quiero caer, aun con buena intención, en la mala costumbre de los spoilers.
Termino citando a un crítico americano, Drew Taylor, cuando dice que esta película es "una rara fantasía épica que logra que uno, efectivamente, sienta algo más allá de un espectáculo vacío; a medida que el film funde a negro, y se escucha la familiar música creada para la saga por John Williams, seguramente estarás aplaudiendo, y quitándote las lágrimas de la cara".
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