lunes, 23 de mayo de 2011

ESC.199 EXT. GUIONISTAS EJECUTIVOS -- DÍA

De vuelta de otro gap. Lo bueno de los momentos en que uno tiene que hacer reposo obligado, es que puede ponerse al día con alguna lectura, o bien con series y películas que uno va amontonando en los tiempos de mucho trabajo. En mi caso, aproveché para ver algunas series que tenía pendientes. Entre ella, Episodes.
Esta sitcom, creada por David Crane (Friends)Jeffrey Klarik (Mad About You), tuvo la suficiente repercusión a principio de año como para que muchos de ustedes la conozcan. Así que solo voy a comentar, brevemente, que trata de la dos guionistas británicos que son tentados para adaptar una serie exitosa que crearon en el Reino Unido, al gusto americano. Para ello, se trasladan a Los Ángeles, donde deben enfrentarse a la fauna hollywoodense tratando de llevar adelante su visión... que será totalmente tergiversada y, aun así, resultará exitosa.
Además de las cuestiones típicas de la comedia, lo que me resultó interesante de Episodes es lo que muestra de la cocina de las series en USA. Por supuesto hay productores insoportables, actores con exceso de ego, y hasta vestuaristas rebeldes. Pero cuando los guionistas son puestos al frente de la creación del piloto de la adaptación... son puestos al frente. Son los guionistas los encargados de transformar su visión en realidad, ocupando el cargo de productores ejecutivos. Ellos llevan adelante el casting, controlan el arte, la escenografía, el vestuario, etc. Es decir: como ellos son los que han tenido la idea, los productores confían (por supuesto, hasta un cierto punto) en ellos para llevar a cabo su visión. Porque, ¿quién puede conocer mejor su idea que los propios autores?
Y sin duda, el sistema funciona. Las series norteamericanas están entre las mejores del mundo. Y la mayoría de ellas están pergeñadas por guionistas. No es un lecho de rosas, como se ve en Episodes. Sin embargo, preferiría pasarla mal como la pasan mal ellos, y no como la pasamos mal nosotros.
Seguramente los guionistas argentinos carecemos de la capacidad de hacer lo mismo que nuestros pares norteamericanos. Debe ser por eso que los productores confían tan poco en nosotros y se sienten obligados a controlar cada minuto de nuestro trabajo, a limitarnos, a despedirnos sin previo aviso, a restarnos crédito, a creer que siempre saben más que nosotros.
En fin. Por suerte, como dice la canción, más tarde o más temprano, "cambia todo cambia".

lunes, 9 de mayo de 2011

ESC.198 INT. TRILLO EL HUSMEANTE -- DIA

Se murió Carlos Trillo. De golpe me vienen miles de flashes, de la infancia, de la adolescencia, de la juventud... de siempre, desde siempre. De chico, allá en los 70, era un ávido consumidor de historietas: Patoruzú, Hijitus, Isidoro. Y también Clarín. Porque si había un motivo para leer el diario a los seis años, era mirar la última página, allí donde se publicaban los strip comics. Y El Loco Chavez. No estoy seguro de cuánto comprendía de esa genial e histórica historieta, pero sí me recuero leyéndola siempre que podía. Y algo de sus personajes quedó dentro de mí, como una marca; algo del estilo de contar también. Y todo gracias a Carlos Trillo, el guionista que ponía palabras y acciones a los dibujos de Altuna.
Pasó un poco el tiempo, y algunos otros comics comenzaron a llamarme la atención. El Tony, D'Artagnan, Fantasía e Intervalo solían estar a mano para ser leídas, y fue mi primera oportunidad, a los 8 o 9 años, de leer historietas más adultas. Sobre todo, de meterme en el mundo de la aventura. Pero había otras dos revistas, que normalmente me estaban vedadas pero que siempre me arreglaba para leer: Satiricón y, sobre todo, Skorpio, donde vi mis primeras y mágicas mujeres desnudas. En ambas, Carlos Trillo entró de nuevo en mi vida para enseñarme tempranas lecciones de buen contar. En Satiricón, Trillo trabajó junto a Oswal, Horacio Altuna y Lito Fernández. En Skorpio, entre el 77 y el 82, creo junto a Enrique Breccia una de las cumbres de la historieta argentina: Alvar Mayor.
Entrados los 80, Trillo siguió impactando en mi vida. Desde la revista Humor, con Las Puertitas del Sr. López. Pero el impacto mayor llegó a partir de 1984, con la aparición de una revista que nos cambiaría la vida a muchos: la mitológica Fierro. Allí, Trillo publicó incansablemente, acompañado por los mejores dibujantes de la época. Junto a Altuna, hizo MerdicheskyEl último recreoTragaperras; con Mandrafina, Husmeante, El Caballero del Piñón FijoHistorias mudas; con el español Jordi Bernet, Light & Bold. Y siguen las firmas.
Trillo tenia un sentido del humor agudo, irónico, para nada conformista. Al mismo tiempo, nunca perdía el pulso de la acción. Sus personajes no le tenían miedo a hablar ocupando cuadro, pero nunca decían palabras vacías. Y navegaban en mundos imaginarios que, claramente, estaban dentro de este mundo.
Carlos Trillo se fue, pero sus lecciones quedan. Como sucede con todos los grandes.

miércoles, 4 de mayo de 2011

ESC.197 INT. PENSAR CON LAS MANOS -- DÍA

Cuando empecé a escribir, a los 10 años, lo hacía a mano. Con lapicera, en cuadernos de tapa blanda o dura, lo que hubiera a mano, aprovechando los reglones para darle cause a mi imaginación en letra cursiva. Recién en segundo año de la facultad pude comprarme una máquina de escribir usada. Las computadoras eran algo poco común por aquel entonces (aunque no estamos hablando de los 70's, sino de 1989). Y realmente sentí el cambio. Escribir a mano tenía algo especial. De puño y letra, la conexión con lo escrito era extremadamente visceral. Quizá tuviera que ver con el cansancio que producía, con el dolor en los dedos, en la muñeca. El acto de escribir se hacía realmente carne en uno. La llegada de la máquina de escribir facilitó las cosas, sin duda, pero también puso una distancia con el papel y con el material. Ahora escribía interposita máquina. El hecho de llenar hoja tras hoja A4 también cambió la percepción de lo escrito, agregándole un componente visual: ahora era posible, por lo menos para mí, apreciar el ritmo en el tamaño y distribución de los párrafos. Esto colocó ya una suerte de filtro para que la escritura dejara de ser exclusivamente un flujo de conciencia. Con la máquina de escribir, por otro lado, uno se acercaba más al mundo de los libros impresos. La escritura tomaba un carácter más serio. Y luego, varios años después, llegó la computadora, agregándole nuevas dimensiones al asunto: el texto se hizo mucho más maleable, accesible desde la forma y enriquecido por elementos de ayuda, una suerte de edición en progreso.
Lo único que hermana a la escritura a mano, a máquina y vía PC, son las manos. Ya sé, parece una perogrullada. Pero he descubierto que, después de casi 30 años escribiendo en forma prácticamente ininterrumpida, he llegado al punto en el cual pienso a través de las manos. Hay escritores, como lo hizo Borges luego de quedar ciego, que dictan sus textos a alguien que los transcribe. Hoy, las computadoras permiten la versión moderna de esto: softwares que interpretan la voz y la transforman en texto. No sé si podría usar algunos de estos dos métodos. Mi sensación es que solo cuando pongo las manos en el teclado, mi imaginación se desbloquea de la manera necesaria para poder escribir. Por supuesto que las ideas llegan en cualquier momento, incluso es posible imaginar oraciones completas sin poner un dedo en el teclado. Pero es cuando lo hago, que el arte de la escritura llega definitivamente a mí. Es más, ni siquiera necesito los ojos: he probado de escribir largos párrafos con los ojos cerrados sin error.
Las manos sin mi varita mágica.

Toda esta reflexión llega en relación a la lectura del artículo La máquina de escribir que se compró Nietzsche o cómo cambia nuestra escritura cuando usamos un ordenador, publicado en el blog Papel en Blanco. Allí, Sergio Parra dice:

Tendemos a pensar que nacemos en blanco, cual tabula rasa, y que son las experiencias vividas las que conforman nuestra personalidad, sobre todo en los primeros años de nuestra vida. La ciencia, sin embargo, cada vez encuentra más evidencias de que no sólo nacemos con patrones bastante inmutables de conducta (impuestos por nuestra herencia genética) sino que precisamente son pequeños detalles en apariencia anodinos los que definen como somos (...) Un ejemplo de cómo un detalle nimio puede influir no sólo en la forma en que se escriben los libros sino incluso en el contenido de los libros y en todo el universo intelectual que emana de ellos es el de las máquinas de escribir.
A partir de 1879, el filósofo Friederich Nietzsche sufría problemas de salud que le dificultaban la tarea de leer y escribir. Sobre todo por los fuertes dolores de cabeza y los incontrolables vómitos. Hasta que se le ocurrió la feliz idea de recurrir a la tecnología. Durante las primeras semanas de 1882, Nietzsche recibió en su domicilio una máquina de escribir danesa, una Writing Ball Malling-Hansen. Nietzsche empezó a escribir con aquel artilugio, cada vez más maravillado con sus posibilidades. Incluso aprendió a escribir con los ojos cerrados, usando sólo la punta de los dedos.
Tanto le fascinaba aquella suerte de transductor de su mente que incluso le dedicó una oda: "Como yo, estás hecha de hierro mas eres frágil en los viajes. Paciencia y tacto en abundancia, Con dedos diestros, exigimos."  Sin embargo, algo extraño empezó a ocurrir con los textos que mecanografiaba el filósofo. Algo que propios y extraños notaron sin ninguna duda. (...) Uno de sus mejores amigos, el escritor y compositor Henrich Köselitz, también se lo señaló, tal y como explica Nicholas Carr:
"La prosa de Nietzsche se había vuelto más estricta, más telegráfica. También poseía una contundencia nueva, como si la potencia de la máquina (su “hierro”), en virtud de algún misterioso mecanismo metafísico, se transmitiera a las palabras impresas de la página. “Hasta puede que este instrumento os alumbre un nuevo idioma”, le escribió Köselitz en una carta, señalando que, en su propio trabajo, “mis pensamientos, los pensamientos musicales y los verbales, a menudo dependen de la calidad de la pluma y el papel.” “Tenéis razón”, le respondió Nietzsche. “Nuestros útiles de escritura participan en la formación de nuestros pensamientos."

Les recomiendo la lectura del artículo completo. Realmente una pequeña joya.

domingo, 1 de mayo de 2011

ESC.196 INT. ARGENTINA ANIMADA -- DÍA

Hace un par de años estuve trabajando, contratado por Fox Italia, en la supervisión de guiones de un proyecto de animación que estaban llevando adelante, financiando a una casa de animación argentina, Faivre Hermanos. La experiencia fue muy rica, en el sentido de que pude acercarme al mundo de la animación, y trabajar en lo que un guión para un proyecto de animación significa; también fue muy pobre, ya que no logramos generar una buena química de trabajo y no se consiguieron los frutos deseados (por mí, al menos). Terminé con un grado importante de estrés, pero como todo, al mirar hacia atrás, con la venia del tiempo, recuerdo ciertas cosas en forma positiva.
Dando vueltas por la web, encontré algunas imágenes del proyecto, que se llamaba The Company. Si bien no tengo permiso para mostrar siquiera un fragmento del capítulo piloto, realmente una obra maestra de la animación, me conformo con poder mostrarles estos frames.
En Argentina se hacen cosas realmente increíbles en animación, que a nadie le quepa duda. Muy por encima de lo que solemos ver en algunas películas "aptas para todo público".
Van las imágenes. Saludos a los hermanos Faivre.

 

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